martes, 22 de septiembre de 2009

TABLA DEL DIEZ

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TABLA DEL DIEZ

Diez por una es diez,
diez billones al marqués.
Diez por dos son veinte,
soy poeta de repente.
Diez por tres son treinta,
la luna al alba se ausenta.
Diez por cuatro cuarenta,
la tortuga corre lenta.
El ventero de la venta
a sus bichos apacienta,
la tortuga corre lenta,
los bomberos van a ochenta.
Diez por cinco cincuenta,
cómo quiere a su parienta.
Diez por seis sesenta,
el ventero de la venta.
Diez por siete setenta,
a sus cabras apacenta.
Diez por ocho ochenta,
los bomberos van a ochenta.
Diez por nueve son noventa,
soplo el globo y se revienta.
Diez por diez son ciento,
cien o ciento,
y bien qué lo siento,
se acabó este cuento.

PIOPÍO LOPE, EL POLLITO MIOPE

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PIOPÍO LOPE, EL POLLITO MIOPE

El pollito Miope nació con gafas.
Nada más salir del huevo tropezó
y se las rompió (las gafas).
Sus hermanos y otros pollos de los alrededores
eran traviesos,
plumas tiesas
y alborotadores.
Piopío Lope, el pollito Miope,
no era gamberro,
se replegaba,
le gustaba estar al lado del ala
(de su madre o de su tía).
Sólo comía de tarde en tarde
migas de sobras
y pétalos de aire.
Y nunca se quejaba,
y nunca las piaba.
Decía: No me aburro
-aunque no veo tres en un burro-.
Los chicos -los otros pollos-,
se reían de él y le daban el rollo.
Le llamaban «Cuatro ojos y nové».
Por eso no salía del ala materna
ni de la pata paterna.
Un mal día hubo galerna,
(galerna es mar enfurecido).
El agua llegó hasta el corral
y lo llenó de algo de alga y sal.
Y Piopío Lope,
el pollito Miope,
se fue por donde había venido,
quiero decir, se escondió en un huevo de oca,
-y a otra roca pluma loca-,
pues con el fuerte oleaje,
el huevo salió de viaje,
y Piopío flotando,
dentro del huevo navegando.
Y como Piopío Lope
era un pollito excelente,
quedó de superviviente,
salvado de la corriente;
él y su tía Carola,
que se salvó de la ola.
¡Milagro!:
Que con el agua del mar
se le quitó la miopía,
como quedó huerfanito,
fue muy feliz con su tía.

FRAGMENTO DE EL CAMELLO

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FRAGMENTO DE EL CAMELLO

(Auto de los Reyes Magos)

El camello se pinchó
con un cardo del camino
y el mecánico Melchor
le dio vino.
Baltasar
fue a repostar,
más allá del quinto pino...
e intranquilo el gran Melchor
consultaba su «Longinos».
-¡No llegamos,
no llegamos,
y el Santo Parto ha venido!
-son las doce y tres minutos
y tres reyes se han perdido-.
El camello cojeando
más medio muerto que vivo
va espeluchando su felpa
entre los troncos de olivos.
Acercándose a Gaspar,
Melchor le dijo al oído:
- Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido.
A la entrada de Belén
al camello le dio hipo.
¡Ay qué tristeza tan grande
en su belfo y en su tipo!
Se iba cayendo la mirra
a lo largo del camino,
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.

PARA DORMIR A LOS MUÑECOS

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PARA DORMIR A LOS MUÑECOS

Duerme, «Rosquillita»,
que ya son las ocho,
ni una oveja bala,
ya duerme Pinocho,
hasta el río
se ha quedado dormido,
encogido en el pozo.

Duerme, «Marmolejo»,
que ya son las nueve,
ni un pájaro pía
ni un árbol se mueve,
hasta el viento
se ha quedado dormido
porque ha visto que llueve.

Duerme, «Canutillo»,
que ya son las diez,
ni una rana canta
ni queda un ciempiés,
hasta el grillo
se ha quedado dormido,
dormido de pie

DON PATO DON PATO

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DON PATO DON PITO
(Cuento «patoso»)

Don Pato y don Pito
dan un paseíto.
-¡Qué suerte, don Pito,
me encontré este güito!
Y los dos le quiere
y los dos se hieren.
Y todos se extrañan
de ver que regañan.
Y mientras se zumban,
bailando la rumba...
Viene el dueño, otro patito,
y éste se lleva su güito.
¡No discutid, muchachitos,
no discutid por un güito,
para que nunca os suceda,
lo que a don Pato y don Pito!